“HISTORIAS”
Por Yaneli Guevara Ramírez
“PROMESAS DE AMOR”
Una joven pareja bromeaba a motivo de las vacaciones, el
chico había ido solo a un lugar desconocido, y la muchacha se había quedado con
pendiente, aunque mantenían comunicación vía textos, no era suficiente.
Ella: No entiendo porque tenías que ir solo, alguno de
tus amigotes podría acompañarte.
El: Estaré de vuelta en unos días.
Ella: Eso espero, porque si te pasa algo nadie me
avisaría…
El: ¿Que podría pasarme?, tranquila todo está bien. Si te
parece dejo instrucciones en el hotel de que te avisen cualquier cosa.
Ella: Pero si te pasa algo no te pasara en el hotel…
¡tarado!.
El: Está bien, entonces yo me encargo de avisarte, te
jalaré las patas…si acaso me muero o algo así.
La muchacha se molestó por el tono del tema, así que sin
darle tiempo, simplemente abandonó la conversación. Y siguieron cada uno en sus
asuntos.
Esa misma noche, mientras la chica dormía, se sentía algo
incomoda, sudaba y se revolvía en la cama, pero al mismo tiempo un escalofrió
la obligaba a enrollarse inconscientemente en las sabanas, y aun así no podía
despertar del profundo sueño que se convertía poco a poco en pesadilla, en el
veía el auto de su amado caer por un barranco, y a él salir disparado hacia las
rocas, haciéndose múltiples heridas.
El cuerpo de la chica quedó al descubierto lentamente,
las sabanas caían al suelo, ella estaba cada vez más inquieta, procurando
desesperadamente despertar, pues veían en sueños a su novio acercarse a ella…
quería agarrarla… pero ella escapaba…
Cuando por fin pudo despertar, lo vio, a él, agachado en
la orilla de su cama, a punto de jalarle los pies, para avisarle que había
muerto en un accidente de auto, al intentar regresar a casa para aclarar el
malentendido.
“LA PREDICCIÓN DE LA GITANA”
Era un día normal
de la semana, una mujer se dirigía al trabajo, caminando por el rumbo de
siempre. Saludando a la gente con la que se encontraba a diario… parecía no
tener diferencia con todos los demás días hasta que: en una esquina un extraño
personaje distinto de todas las demás gentes, ofrecía decir la fortuna de
cualquiera que caminara por esas calles. Cuando la mujer se le cruzó por
enfrente, la gitana marcó en su rostro una expresión de preocupación, con los
ojos llenos de asombro, la abordó de inmediato, pidiendo que volviera a ese
mismo lugar por la tarde, pues había algo muy importante que debía saber.
Por supuesto la mujer se notó algo extrañada de la
actitud de aquella adivinadora, y sin darle mucha importancia siguió su camino.
Al llegar a casa después del trabajo, se sintió un poco inquieta al recordar el
rostro de la gitana, pero, aun así, no asistió al encuentro.
La mañana siguiente como acostumbraba, volvió a pasar por
el mimo lugar, pero la gitana ya no estaba en aquella esquina, ni se veía por
los alrededores. Una viejecilla que vendía fruta en la acera le dijo: -La
gitana la esperó ayer hasta muy tarde, pero usted no se presentó, así que me
encargó que le diera esta carta-, extendiendo el brazo con dificultad, la
viejecilla le dio un sobre maltratado y gastado. –Gracias señora-, dijo la
mujer y se marchó esperando leer la carta al llegar al trabajo.
Pero un par de calles antes de llegar a sus labores,
murió atropellada por un conductor imprudente que se saltó la luz roja. Cuando
los servicios de emergencia abrieron la carta que aun sujetaba en su mano, esta
decía: -apreciable señora, me tomo la libertad de advertirle que el día de
mañana no salga usted de casa porque perderá la vida, atropellada en la calle…-
“EL SEÑOR DEL PIANO”
Era una antigua
casa como muchas otras en la ciudad, la compraron los abuelos hacia más de 60
años, después la pasaron a sus hijos, y estos a su vez también la heredaron a
los suyos. Se le habían hecho ciertas remodelaciones, también reparaciones, por
supuesto cada quien le ponía su toque personal, pero nadie se había atrevido si
quiera a mover un enorme y pesado piano que se encontraba a mitad del salón.
Creían que era un objeto muy preciado que perteneció al abuelo, y lo
respetaban. Nadie en la familia sabía tocarlo, aunque todos ellos lo habían
observado desde siempre, pero al parecer era solo un adorno más.
Un día de reunión familiar, el hijo más pequeño de la
familia, puso un banco frente al piano, levantó la empolvada tapa, presionó
algunas teclas, y todos alrededor le aplaudieron, desde entonces cada tanto
tiempo se escuchaban por la casa, los “golpes” en las teclas, pues el pequeño por
supuesto no sabía tocar.
Desde entonces cada vez que alguien se encontraba lejos
del piano, en este sonaba una triste melodía, los padres corrían pensando en
darle un castigo más severo al chico por desobedecer, pero cuando llegaban al
lugar… él no estaba.
Hasta que cierta noche, la música sonaba, la familia
completa se levantó a ver, y observaron con asombro que también el pequeño niño
estaba con ellos, mientras el sonido del piano era cada vez mas fuerte… el
padre se adelantó a ver, entre la oscuridad, vio había un traslucido sujeto, de
ropas muy antiguas, presionando las teclas, pero, cuando encendió las luces, el
señor del piano desapareció, aunque las teclas siguieron sonando…
Al día siguiente de inmediato se dieron a la tarea de
sacar el piano, y como tenía tanto tiempo sin moverse se rompió, salió de su
interior un cadáver seco, con una carta en la mano que decía: “Ni muerto quiero
separarme de mi amado Piano…”
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