“TOM Y YO”
Por Neidy Patricia
Aquino Pérez
Tom
caminaba por la quinta avenida con su mejor amigo Samuel, cuando
inesperadamente algo (alguien) se estrelló contra su pecho. Era una chica,
salió de quién sabe dónde. No la había visto venir, de lo contrario la habría
esquivado para no atropellarla. La sujetó de los brazos para que no cayera de
rebote por el impacto del choque.
-Perdón
señorita, no la vi venir, - le dijo mientras la
miraba a la cara. Era una linda chica, algo despeinada y con pinta de estar
en problemas. Sintió una punzada en el estómago; ahí estaba de nuevo, frente a
una dama en apuros y él no podía evitar
ayudarla.
-¿Se
encuentra usted bien? –Le preguntó Tom sin soltarla, pues sentía que si lo
hacía se caería al suelo.
-No- Contestó la mujer. Parecía bastante joven y
muy vulnerable. – No estoy bien, ¡Estoy mal, muy mal! ¡No podría estar peor!
–Rebatió la joven en tono de voz que no atinaba a ser totalmente enojada o
acongojada. -No me confirmaron la campaña
que esperaba, mi jefe me presiona, luego fui con mis compañeras a ese lugar
llamado “LATINOS”, me levante a bailar y un tipo idiota le puso algo a mi
bebida y estoy mareada…- Entonces volteó a ver al joven a la cara y enmudeció
por un momento -¡Cielos! ¡Eres bello! –
Dijo mientras le acaricia la mejilla con el dedo índice perfectamente
manicurado. Tom sintió un piquete de calor que seguía el movimiento del dedo,
pero no se movió. La contemplaba a la cara con una expresión divertida tratando
de entender su explicación. ¡Vaya, la chica era más linda de lo que creía! Por
un momento se perdió en esa mirada de enormes ojos verdes que se conectó con la
suya mágicamente. Entonces ella desvió el rostro mientras señalaba a lo largo
de la calle.
-Luego,
estoy a punto de entrar al edificio y un ladrón me arrebató mi bolso y se fue
por ahí, corriendo… traté de seguirlo, pero se rompió mi tacón. ¡Mira! –Dijo
mientras se inclinaba levantando la pierna izquierda para enseñarle el zapato
roto. Tom miro hacia abajo y lo que vio fue una torneada y bella pantorrilla y
si, más abajo un zapato estropeado. La chica se agarró de la solapa de su saco
para no caer al perder el equilibrio. ¿Estaba ebria o drogada?
La
chica se sujetó con ambas manos de su solapa y lo miró nuevamente a la cara.
-Ahora
me duele mucho mi tobillo, no tengo bolso, no puedo entrar a mi apartamento…
-Hizo una pausa y contempló a Tom embelesada. –De verdad que eres muy bello… Podría
estar horas mirándote sin pestañear -Entonces volvió a quejarse. -¡Y además me
siento fatal! ¡Si vuelvo a ver a ese cretino, le romperé dos botellas en la
cabeza, aunque me lleven a la cárcel!
-
¿Dos? –Preguntó Tom.
-
¡Si, dos! ¡Ya le rompí una hoy, la próxima vez serán dos! ¡Oh cielos, no puedo
caminar! –Dijo la chica cuando intentó dar un paso. –Me duele el tobillo, creo
que en verdad me lo lastimé.
-Permíteme.
–Le dijo Tom mientras pasaba su brazo por su cintura para ayudarla a caminar.
-¿Dónde vives?
Ella
miró a su alrededor para ubicarse y
luego señaló a un edificio más adelante. -¡Ahí! Dijo con una gran sonrisa.
–Estaba por entrar cuando ese soquete me robó mi bolso, ahora ya no tengo mis
llaves!...¡Ouch, duele!
Samuel
que había estado atento a toda la escena, interrumpió impaciente.
-Tom
¿qué estás haciendo? ¡Se nos hace tarde y nos están esperando!
Tom
volteó a ver a su amigo con expresión de “lo siento” y sonriendo a modo de
disculpa le dijo.
-Lo
siento Sam, pero no la puedo dejar aquí, si quieres tu adelántate. Yo los
alcanzo más tarde. Terminó mientras bajaba la mirada hacia la mujer que
sostenía por la muy diminuta cintura. Un cosquilleo le subió por la mano.
-¿Otra
vez Tom? ¡No has aprendido tu lección? ¡Mírala, probablemente se le pasaron las
copas o se excedió en éxtasis y está alucinando!
La
chica que había desviado su atención del bello rostro de su pilar hacia Sam, se
enfureció y fulminándolo con la mirada le contestó. -¡No estoy ebria. Ni me
drogo, estúpido! ¡Alguien le puso algo a mi bebida! ¡Qué no has escuchado nada?
-¡Si,
cómo no! –Espetó Sam. –Vamos Tom, déjala en la entrada de su edificio y
vayámonos.
-¿Tom?
–Preguntó la chica mirando a su sostén. –Es un lindo nombre para un bello
hombre… -Y volvió a engancharse a su mirada…Eres bello y yo… debo parecer
horrible. –Rio alegremente – Tu eres El Bello y yo soy la Bestia…jajaja!!!.
Sam
comprendió que su amigo no se movería de ahí, así que haciendo una señal con la
mano, le comentó. - ¡Bien, me adelanto. Espero que llegues pronto. –Y se fue.
-
Vamos. - Dijo Tom. -Seguramente el portero
tendrá copia de tu apartamento, también puede llamar a la policía para reportar
el robo. Tom, hizo una pausa pensando para sí “El Bello y la Bestia, que
ocurrencia, ella nunca sería ninguna Bestia”
-
¡Oh la policía ya lo sabe, ellos fueron tras
el ladrón cuando me lastimé. –Explicaba la chica mientras él la conducía con
cuidado.
Llegaron
al frente del edificio y Tom la ayudó a subir los escalones. Prácticamente él
la subió. Al momento salió un hombre delgado y canoso del interior. Vestía
uniforme, por lo que Tom supuso que sería el portero. El hombre se acercó
rápidamente a la pareja.
-¡Señorita
Elena! ¿Qué le ha ocurrido? – “Elena”, se grabó su nombre de inmediato.
Tom
le explicó rápidamente la situación, o lo que había entendido de ella y el
hombre que miraba a uno y a otro alternadamente preguntó. -pero ¿que tiene la
señorita? ¿Por qué está así?
-Probablemente
tomó un poco de más… -Comenzaba a decir Tom cuando sintió un golpe en el pecho.
Volteó a mirar sorprendido a la simpática mujer que aún sostenía en brazos.
-¡Que
no estoy borracha! ¡Tontos hombres! ¿Qué no me entendiste? ¡Un cretino puso
algo en mi bebida! Y… ¡me siento muy mal! –Dijo esto último, mientras se
aferraba a su brazo para no caer. Volteando a ver al portero le suplicó.
–Harry, no estoy ebria ni drogada. ¿Puedes pedirme un taxi? Tengo que ir al
hospital…
Harry
la miraba con preocupación. –Si señorita, le creo. –Contestó el mayordomo al
tiempo en que miraba a Tom. -Usted no es de ese tipo. En seguida pido el taxi.
– Dijo esto e inmediatamente entró al edificio mientras ordenaba a Tom.
–Cuídela un momento por favor.
Tom
la sostenía en brazos sin apartar su mirada del rostro de la chica. Estaba
realmente intrigado. Ella puso sus manos sobre su tórax y mirándolo al rostro
le dijo. – Realmente eres Hermoso…y tienes una boca muy besable…Tus labios son
sexis, me encantaría morderlos.- Tom sonrió, dejando ver una dentadura pareja y
de dientes muy blancos.
-Y
te burlas de mí…-
-
No, no me burlo- Respondió Tom sin dejar de sonreír.
-Sí,
lo veo en tu mirada. ¡Oh Dios! Me derrites con tu mirada. – Expresó Elena
mientras paseaba sus manos sobre el pecho del hombre y sorprendida lo volvió a
mirar a los ojos.
-¡Músculos!
¡Vaya bomba! Músculos y belleza. –Gimió y no de placer –Cielos, me estoy
muriendo y estoy en brazos del hombre más bello del mundo…-
Tom rio quedamente. – Estas exagerando -
-¡No!
Si siento que me muero…algo me truena por dentro –Decía la chica mientras se
recargaba en él. – ¡No me sueltes! Volvió a verlo al rostro mientras murmuraba…
¡Eres tan bello que es un pecado! ¡Tu eres mi pecado capital…! -Tom arqueó las
cejas divertido. Qué cosas se le ocurrían. Era la chica más ocurrente que había
conocido. Ella continuó hablando en un susurro… -Tom, tú vas a ser mi pecado.
–El sintió como un río de fuego corriendo por sus venas.
Eso
fue lo último que susurro antes de perder la conciencia y desvanecerse en los
brazos de Tom. Estaba muy pálida, fría y la nariz comenzó a sangrarle. Tom se
asustó al verla. Tal vez la chica decía la verdad y alguien la había drogado.
Pero ¿Con que? ¿Por qué? Bueno sobre eso tenía una idea muy clara.
El
taxi llegó en ese momento. Harry salió y corrió a abrir la puerta mientras Tom
cargaba a la chica y entraba con ella al taxi. No pesaba nada. Le dio
instrucciones al chofer y acunó a la mujer en su regazo.
Nunca
imaginó esa mañana al despertar, que su dia acabaría de esa manera. Se suponía
que en ese momento él estaría en el cocktail de cumpleaños de un amigo,
divirtiéndose y acompañado de alguna seductora mujer que acabaría en su cama
enredada a su cuerpo, no en un taxi camino a un hospital llevando en brazos a
una loca chica que no había visto jamás en su vida…Debería de haberla apartado
cuando chocó con ella, pero no pudo… no cuando percibió que era una dama en
apuros.
Elena
se movió un poco y él le apartó el cabello de la cara, ella abrió los ojos y le
dijo en un susurro –Tom, gracias…mmmm…. Hueles muy bien…hueles tan bien, que
podría lamerte todo muy despacio…-Dicho esto, volvió a caer en la inconciencia.
Tom
sintió que se estremecía y un fuego se apoderaba de sus entrañas. ¡Qué mujer
tan loca! No atinaba a pensar si lo que decía era provocado por la droga o si
así era de franca siempre, pero lo que si sabía es que lo perturbaba mucho. Lo
mejor sería dejarla en el hospital y olvidarse de todo ese asunto… Bueno,
quizás podría regresar al edificio para asegurarse de que el portero llamara a
algún familiar que viniera a cuidarla, tal vez a algún novio…o esposo. No supo
porque, pero no le agradó ese último
pensamiento. Le avisaría a Harry y después regresaría a su propia vida. Sí,
eso sería lo más prudente.
Dejó
a la chica en la sala de urgencias del hospital y tras explicar al médico lo
que había ocurrido, regresó al edificio de apartamentos para oponer al tanto a
Harry. También quería averiguar algo más sobre la extraña mujer que se había
cruzado en su vida. Al parecer el portero la conocía lo suficiente.
-¡Señor!
¿Cómo está la señorita Elena? –Preguntó el mayordomo en cuanto lo vio entrar.
Tom lo observó un segundo antes de contestar. Su
preocupación era sincera.
-La
señorita …¿Elena? –Titubeó un momento al pronunciar el nombre al parecer
extranjero. –Va a estar bien. La dejé en emergencias y ya está siendo atendida.
Pero dígame, ¿Podría usted avisar a sus familiares? Necesita que la cuiden por
un par de días.
-No
tiene familia –Respondió Harry. Por lo menos no aquí en los Estados Unidos, o
en Nueva York.
-¿No?...
perdón pero no entiendo. ¿Ella es extranjera?
-Si así
es, es mexicana. Hace poco más de un año que vive aquí, por su trabajo, usted
sabe. -Si ya veo. –Musitó pensativo Tom. –Pero ¿Alguien?... ¿una amiga?, ¿un
novio…? ¿Tal vez un esposo? ¿U otra persona que pueda acompañarla?
-No
tiene novio y por supuesto no hay esposo, pero tal vez alguna amiga del
trabajo…creo que aquí tengo un número anotado para caso de emergencia. –Decía
el porteo mientras ponía una gruesa agenda sobre el mostrador. –Si…su amiga
Debra… es compañera de trabajo, tal vez ella pudiera ser.
-Llámela
y dígale lo que ha sucedido. –Dijo Tom y después de darle toda la información
necesaria sobre el hospital al que la había llevado, se dispuso a retirarse.
–Gracias Harry, llamaré después para ver cómo sigue…Y Harry sabe usted si la
señorita…perdón… ¿toma drogas o medicamentos?
-¡No!
–Respondió el portero un tanto molesto y sorprendido por la pregunta. –Tengo
más de un año de conocer a la señorita y jamás he visto ni he sabido nada malo
de ella, por el contrario, es una persona muy sana y honesta. No causa problemas
y todos por aquí la queremos y respetamos mucho.
La
sinceridad y vehemencia con que contestó el portero, le hizo pensar que después
de todo la muchacha había sido honesta con su historia. Algo en su interior se
removió y la sensación que le produjo lo dejó un tanto incómodo. Tom se retiró
despacio con un mar de ideas turbulentas en la cabeza.
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