miércoles, 3 de abril de 2013

"TOM Y YO"


“TOM Y YO”

Por Neidy Patricia Aquino Pérez

Tom caminaba por la quinta avenida con su mejor amigo Samuel, cuando inesperadamente algo (alguien) se estrelló contra su pecho. Era una chica, salió de quién sabe dónde. No la había visto venir, de lo contrario la habría esquivado para no atropellarla. La sujetó de los brazos para que no cayera de rebote por el impacto del choque.
-Perdón señorita, no la vi venir, - le dijo mientras la  miraba a la cara. Era una linda chica, algo despeinada y con pinta de estar en problemas. Sintió una punzada en el estómago; ahí estaba de nuevo, frente a una dama en apuros y él  no podía evitar ayudarla.
-¿Se encuentra usted bien? –Le preguntó Tom sin soltarla, pues sentía que si lo hacía se caería al suelo.
-No-  Contestó la mujer. Parecía bastante joven y muy vulnerable. – No estoy bien, ¡Estoy mal, muy mal! ¡No podría estar peor! –Rebatió la joven en tono de voz que no atinaba a ser totalmente enojada o acongojada. -No me confirmaron  la campaña que esperaba, mi jefe me presiona, luego fui con mis compañeras a ese lugar llamado “LATINOS”, me levante a bailar y un tipo idiota le puso algo a mi bebida y estoy mareada…- Entonces volteó a ver al joven a la cara y enmudeció por un  momento -¡Cielos! ¡Eres bello! – Dijo mientras le acaricia la mejilla con el dedo índice perfectamente manicurado. Tom sintió un piquete de calor que seguía el movimiento del dedo, pero no se movió. La contemplaba a la cara con una expresión divertida tratando de entender su explicación. ¡Vaya, la chica era más linda de lo que creía! Por un momento se perdió en esa mirada de enormes ojos verdes que se conectó con la suya mágicamente. Entonces ella desvió el rostro mientras señalaba a lo largo de la calle.
-Luego, estoy a punto de entrar al edificio y un ladrón me arrebató mi bolso y se fue por ahí, corriendo… traté de seguirlo, pero se rompió mi tacón. ¡Mira! –Dijo mientras se inclinaba levantando la pierna izquierda para enseñarle el zapato roto. Tom miro hacia abajo y lo que vio fue una torneada y bella pantorrilla y si, más abajo un zapato estropeado. La chica se agarró de la solapa de su saco para no caer al perder el equilibrio. ¿Estaba ebria o drogada?
La chica se sujetó con ambas manos de su solapa y lo miró nuevamente a la cara.
-Ahora me duele mucho mi tobillo, no tengo bolso, no puedo entrar a mi apartamento… -Hizo una pausa y contempló a Tom embelesada. –De verdad que eres muy bello… Podría estar horas mirándote sin pestañear -Entonces volvió a quejarse. -¡Y además me siento fatal! ¡Si vuelvo a ver a ese cretino, le romperé dos botellas en la cabeza, aunque me lleven a la cárcel!
- ¿Dos? –Preguntó Tom.
- ¡Si, dos! ¡Ya le rompí una hoy, la próxima vez serán dos! ¡Oh cielos, no puedo caminar! –Dijo la chica cuando intentó dar un paso. –Me duele el tobillo, creo que en verdad me lo lastimé.
-Permíteme. –Le dijo Tom mientras pasaba su brazo por su cintura para ayudarla a caminar. -¿Dónde vives?
Ella miró  a su alrededor para ubicarse y luego señaló a un edificio más adelante. -¡Ahí! Dijo con una gran sonrisa. –Estaba por entrar cuando ese soquete me robó mi bolso, ahora ya no tengo mis llaves!...¡Ouch, duele!
Samuel que había estado atento a toda la escena, interrumpió impaciente.
-Tom ¿qué estás haciendo? ¡Se nos hace tarde y nos están esperando!
Tom volteó a ver a su amigo con expresión de “lo siento” y sonriendo a modo de disculpa le dijo.
-Lo siento Sam, pero no la puedo dejar aquí, si quieres tu adelántate. Yo los alcanzo más tarde. Terminó mientras bajaba la mirada hacia la mujer que sostenía por la muy diminuta cintura. Un cosquilleo le subió por la mano.
-¿Otra vez Tom? ¡No has aprendido tu lección? ¡Mírala, probablemente se le pasaron las copas o se excedió en éxtasis y está alucinando!
La chica que había desviado su atención del bello rostro de su pilar hacia Sam, se enfureció y fulminándolo con la mirada le contestó. -¡No estoy ebria. Ni me drogo, estúpido! ¡Alguien le puso algo a mi bebida! ¡Qué no has escuchado nada?
-¡Si, cómo no! –Espetó Sam. –Vamos Tom, déjala en la entrada de su edificio y vayámonos.
-¿Tom? –Preguntó la chica mirando a su sostén. –Es un lindo nombre para un bello hombre… -Y volvió a engancharse a su mirada…Eres bello y yo… debo parecer horrible. –Rio alegremente – Tu eres El Bello y yo soy la Bestia…jajaja!!!.
Sam comprendió que su amigo no se movería de ahí, así que haciendo una señal con la mano, le comentó. - ¡Bien, me adelanto. Espero que llegues pronto. –Y se fue.
-                     Vamos. - Dijo Tom. -Seguramente el portero tendrá copia de tu apartamento, también puede llamar a la policía para reportar el robo. Tom, hizo una pausa pensando para sí “El Bello y la Bestia, que ocurrencia, ella nunca sería ninguna Bestia”
-                     ¡Oh la policía ya lo sabe, ellos fueron tras el ladrón cuando me lastimé. –Explicaba la chica mientras él la conducía con cuidado.
Llegaron al frente del edificio y Tom la ayudó a subir los escalones. Prácticamente él la subió. Al momento salió un hombre delgado y canoso del interior. Vestía uniforme, por lo que Tom supuso que sería el portero. El hombre se acercó rápidamente a la pareja.
-¡Señorita Elena! ¿Qué le ha ocurrido? – “Elena”, se grabó su nombre de inmediato.
Tom le explicó rápidamente la situación, o lo que había entendido de ella y el hombre que miraba a uno y a otro alternadamente preguntó. -pero ¿que tiene la señorita? ¿Por qué está así?
-Probablemente tomó un poco de más… -Comenzaba a decir Tom cuando sintió un golpe en el pecho. Volteó a mirar sorprendido a la simpática mujer que aún sostenía en brazos.
-¡Que no estoy borracha! ¡Tontos hombres! ¿Qué no me entendiste? ¡Un cretino puso algo en mi bebida! Y… ¡me siento muy mal! –Dijo esto último, mientras se aferraba a su brazo para no caer. Volteando a ver al portero le suplicó. –Harry, no estoy ebria ni drogada. ¿Puedes pedirme un taxi? Tengo que ir al hospital…
Harry la miraba con preocupación. –Si señorita, le creo. –Contestó el mayordomo al tiempo en que miraba a Tom. -Usted no es de ese tipo. En seguida pido el taxi. – Dijo esto e inmediatamente entró al edificio mientras ordenaba a Tom. –Cuídela un momento por favor.
Tom la sostenía en brazos sin apartar su mirada del rostro de la chica. Estaba realmente intrigado. Ella puso sus manos sobre su tórax y mirándolo al rostro le dijo. – Realmente eres Hermoso…y tienes una boca muy besable…Tus labios son sexis, me encantaría morderlos.- Tom sonrió, dejando ver una dentadura pareja y de dientes muy blancos.
-Y te burlas de mí…-
- No, no me burlo- Respondió Tom sin dejar de sonreír.
-Sí, lo veo en tu mirada. ¡Oh Dios! Me derrites con tu mirada. – Expresó Elena mientras paseaba sus manos sobre el pecho del hombre y sorprendida lo volvió a mirar a los ojos.
-¡Músculos! ¡Vaya bomba! Músculos y belleza. –Gimió y no de placer –Cielos, me estoy muriendo y estoy en brazos del hombre más bello del mundo…-
Tom rio quedamente. – Estas exagerando -
-¡No! Si siento que me muero…algo me truena por dentro –Decía la chica mientras se recargaba en él. – ¡No me sueltes! Volvió a verlo al rostro mientras murmuraba… ¡Eres tan bello que es un pecado! ¡Tu eres mi pecado capital…! -Tom arqueó las cejas divertido. Qué cosas se le ocurrían. Era la chica más ocurrente que había conocido. Ella continuó hablando en un susurro… -Tom, tú vas a ser mi pecado. –El sintió como un río de fuego corriendo por sus venas.
Eso fue lo último que susurro antes de perder la conciencia y desvanecerse en los brazos de Tom. Estaba muy pálida, fría y la nariz comenzó a sangrarle. Tom se asustó al verla. Tal vez la chica decía la verdad y alguien la había drogado. Pero ¿Con que? ¿Por qué? Bueno sobre eso tenía una idea muy clara.
El taxi llegó en ese momento. Harry salió y corrió a abrir la puerta mientras Tom cargaba a la chica y entraba con ella al taxi. No pesaba nada. Le dio instrucciones al chofer y acunó a la mujer en su regazo.
Nunca imaginó esa mañana al despertar, que su dia acabaría de esa manera. Se suponía que en ese momento él estaría en el cocktail de cumpleaños de un amigo, divirtiéndose y acompañado de alguna seductora mujer que acabaría en su cama enredada a su cuerpo, no en un taxi camino a un hospital llevando en brazos a una loca chica que no había visto jamás en su vida…Debería de haberla apartado cuando chocó con ella, pero no pudo… no cuando percibió que era una dama en apuros.
Elena se movió un poco y él le apartó el cabello de la cara, ella abrió los ojos y le dijo en un susurro –Tom, gracias…mmmm…. Hueles muy bien…hueles tan bien, que podría lamerte todo muy despacio…-Dicho esto, volvió a caer en la inconciencia.
Tom sintió que se estremecía y un fuego se apoderaba de sus entrañas. ¡Qué mujer tan loca! No atinaba a pensar si lo que decía era provocado por la droga o si así era de franca siempre, pero lo que si sabía es que lo perturbaba mucho. Lo mejor sería dejarla en el hospital y olvidarse de todo ese asunto… Bueno, quizás podría regresar al edificio para asegurarse de que el portero llamara a algún familiar que viniera a cuidarla, tal vez a algún novio…o esposo. No supo porque, pero no le agradó ese último  pensamiento. Le avisaría a Harry y después regresaría a su propia vida. Sí, eso sería lo más prudente.
Dejó a la chica en la sala de urgencias del hospital y tras explicar al médico lo que había ocurrido, regresó al edificio de apartamentos para oponer al tanto a Harry. También quería averiguar algo más sobre la extraña mujer que se había cruzado en su vida. Al parecer el portero la conocía lo suficiente.
-¡Señor! ¿Cómo está la señorita Elena? –Preguntó el mayordomo en cuanto lo vio entrar.
Tom  lo observó un segundo antes de contestar. Su preocupación era sincera.
-La señorita …¿Elena? –Titubeó un momento al pronunciar el nombre al parecer extranjero. –Va a estar bien. La dejé en emergencias y ya está siendo atendida. Pero dígame, ¿Podría usted avisar a sus familiares? Necesita que la cuiden por un par de días.
-No tiene familia –Respondió Harry. Por lo menos no aquí en los Estados Unidos, o en Nueva York.
-¿No?... perdón pero no entiendo. ¿Ella es extranjera?
-Si así es, es mexicana. Hace poco más de un año que vive aquí, por su trabajo, usted sabe. -Si ya veo. –Musitó pensativo Tom. –Pero ¿Alguien?... ¿una amiga?, ¿un novio…? ¿Tal vez un esposo? ¿U otra persona que pueda acompañarla?
-No tiene novio y por supuesto no hay esposo, pero tal vez alguna amiga del trabajo…creo que aquí tengo un número anotado para caso de emergencia. –Decía el porteo mientras ponía una gruesa agenda sobre el mostrador. –Si…su amiga Debra… es compañera de trabajo, tal vez ella pudiera ser.
-Llámela y dígale lo que ha sucedido. –Dijo Tom y después de darle toda la información necesaria sobre el hospital al que la había llevado, se dispuso a retirarse. –Gracias Harry, llamaré después para ver cómo sigue…Y Harry sabe usted si la señorita…perdón… ¿toma drogas o medicamentos?
-¡No! –Respondió el portero un tanto molesto y sorprendido por la pregunta. –Tengo más de un año de conocer a la señorita y jamás he visto ni he sabido nada malo de ella, por el contrario, es una persona muy sana y honesta. No causa problemas y todos por aquí la queremos y respetamos mucho.
La sinceridad y vehemencia con que contestó el portero, le hizo pensar que después de todo la muchacha había sido honesta con su historia. Algo en su interior se removió y la sensación que le produjo lo dejó un tanto incómodo. Tom se retiró despacio con un mar de ideas turbulentas en la cabeza.






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